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Cuentanque uno de los primeros duques del Infantado hizo escribir una vez a unpariente, residente en Toledo, que le enviara doce alabardas, que en aquellaciudad se hacían de acero muy bien templado.
El secretario que escribió la carta, en lugar de alabardas escribió porconfusión albardas, y al recibir el pariente la misiva, muy extrañado por elencargo, porque albardas las hacían muy bien en todas partes, se apresuró acumplimentarle, enviando las doce mejores albardas que le hizo un excelenteoficial.
Al recibir las albardas toledanas, con una atenta carta del remitente, elsecretario autor del lapsus quedó, naturalmente aterrado, y el duque hizoacusar de recibo de este modo:
"Osdoy la gracias por las albardas, que son de lo mejor de su especie. Han sidomuy bien llegadas y mejor recibidas: seis para mi secretario por escribir albardasen vez de alabardas, y seis para mí por haber firmado lacarta sin leerla".