
Esto relato podría ser un milagro.
El lunes pasado fui a la oftalmóloga a la revisión, como cada año. La enfermera que tiene es una señora muy agradable de unos cincuenta y pico que como nos conoce de todos los años nos da palique. Hablando de médicos y otros seres terrenos nos contó lo que le ocurrió hace once años.
Estaba en su casa una noche de primavera a punto para irse a la cama. Desde hacía días le había estado molestando el hombro derecho y pensó que había cogido algo de frío por tener la ventana abierta, así que fue a cerrrar la ventana y a meterse en la cama cuando su perro de 10 años de edad, fox terrier para más señas, abre la puerta de su dormitorio. El perro parece ser que era muy tranquilo y mucho más con la edad, sin embargo entró como un arite y ladrándole y mordiéndole el pijama la saca de la cama. Con las mismas la lleva hasta la puerta y así hace el recorrido hasta la puerta de entrada de la casa. Milagros (así se llama la señora) al ver la actitud completamente anormal del animal llama a su hermana y le dice que una de dos: o el perro se ha vuelto loco o ella se está muriendo. Así que decide ir al hospital para que le miren el hombro pensando que pudiera ser algo de corazón. Al llegar le hacen una radiografía de tórax y descubren con espanto que tiene una peritonitis (o sea el apéndice infectado y rebentado) y todo el abdomen por dentro está invadido de pus. Los primero médicos que lo ven la dan por deshauciada hasta que pasa un doctor que se iba a su casa y al ver el caso decide quedarse para intentar salvarle la vida. Le abren todo el abdomen y la tienen una semana entera con la herida abierta haciéndole curas de limpieza cada 2 horas. Consiguieron salvarla. Un milagro.
Ella dice que le salvó la vida su perro y el médico que quiso intentarlo. Y todo porque no tenía ni un sólo síntoma de apendicitis.